El legado silencioso de Edelmira Losilla
Autor: José Ortiz · Follow // Tiempo de lectura 8 min
Cuando visité la Exposición Cronologías de lo Invisible producto del trabajo de investigación de Susana Sánchez Carballo y Sussy Vargas Alvarado, me topé con una obra que inmediatamente captó mi atención: La huída, de una artista cuyo nombre jamás había oído, Edelmira Losilla. En ese momento guardé ese dato y lo puse dentro de mis pendientes de lectura. Sin embargo, pasaron los años y no es hasta hace un par de semanas que ese nombre volvió a relucir en uno de los tantos chats dedicados al grabado. Esta vez no estaba dispuesto a posponer esa lectura, sin embargo, el lograr profundizar en la figura de Edelmira Losilla se convirtió en una labor compleja. Una mención en un artículo sobre el desarrollo del arte del país y algunos artículos de su paso por la Universidad Veracruzana era todo lo que encontré. Algo desconcertante para una artista que había logrado consolidar una carrera fuera del país y que durante mucho tiempo se mantuvo vigente en el ámbito académico. Poco a poco fui encontrando más información y comencé a rasgar, al menos en la superficie, la densa nebulosa que opaca su legado.

Edelmira Losilla Gamboa nació en 1920, y eso es quizá no lo único que se sabe de esos años. No hay prácticamente ninguna información sobre su vida antes del ingreso a la carrera de grabado. Lo que si está claro es que la nueva estudiante ingresa a la Escuela de Bellas Artes en un momento en el cual el grabado había adquirido un gran protagonismo. En esa época Don Francisco Amighetti había decidido dedicarse de lleno a la xilografía, hecho que revitaliza y le da a las técnicas de impresión un lugar importante dentro de la plástica nacional, y como si eso no fuese suficiente, al poco tiempo se funda el Taller de Grabado, que constituye un hito en la plástica nacional. Fue el mismo Amighetti el que introdujo a Losilla en la xilografía, técnica que ella adoptó y perfeccionó, sentando las bases de su enfoque técnico y expresivo.
Una vez finalizada su carrera, a mediados de los sesentas, Edelmira decide trasladarse a Veracruz, específicamente a Xalapa. No ha sido documentado claramente el porqué Edelmira migró a México, sin embargo, es probable que Losilla haya buscado en México un entorno más propicio para su crecimiento profesional y artístico, aprovechando las oportunidades que ofrecía el país en términos de educación, investigación y práctica artística.
De acuerdo a Orlando Torrealba, Director de la Facultad de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, cuando Losilla llegó a México se notada mucha influencia del Taller de Gráfica Popular, con maderas impresas sobre papel, algunas sobre tela y casi todas en blanco y negro. Una de sus obras más más representativas es "Venta de piñatas", una xilografía de sus inicios, que forma parte de la colección del Museo Blaisten en México. Esta obra, realizada en madera, mide 11.8 x 9.4 cm y destaca por su composición dinámica y detallada, capturando una escena popular con figuras humanas observando piñatas en exhibición, reflejando la habilidad de la artista para plasmar la vida cotidiana y las tradiciones culturales. De sus obras iniciales también destaca Eva, una xilografía de gran formato, que confirma su aprecio por el grabado tradicional.

Escaparate con piñatas, grabado, parte de la exposición sobre “Trabajos de Ciudad”en el Seminario de Cultura Mexicana organizada por el pintor y grabador Francisco Días de León en 1975.
Una vez asentada en Veracruz presenta una de sus series más relevantes, un material muy simbólico relacionado con los pájaros, Se trata de una serie de xilografías en las cuáles incluye el color, algo que en México se usó muy tarde en la evolución del grabado. Sus trabajos fueron impresos en pellón, un material conocido como entretela, formado por fibras de poliéster no tejidas, este hecho, aunado al uso del color, pronto la separaron de las corrientes del grabado tradicional. Durante esta etapa, su obra se caracterizó por una meticulosa atención al detalle y una profunda exploración de las técnicas tradicionales del grabado. Su enfoque se centró en la precisión técnica y la transmisión del conocimiento, más que en la producción de una obra artística personal. Con el tiempo su obra fue mutando desde lo figurativo hasta lo simbólico y llegó hasta la abstracción figurativa, en obras como Truncados, que incluso llegó a ser publicada como una tarjeta postal por la editorial AMAPAC dentro de su serie de Gráfica Mexicana.
Edelmira participó en 1962, junto con otros artistas de la época, en la fundación de los Talleres Libres de Artes Plásticas de la Universidad Veracruzana, antecedente de la actual Facultad de Artes Plásticas. En ese momento el director era Mario Orozco Rivera, mismo que en 1965 abandona el taller para volver a trabajar junto al muralista David Alfaro Siqueiros. Debido a esto, asume la dirección el grabador Alberto Beltrán. Losilla trabaja junto a él y llega a estar al frente del Taller de Grabado por más de una década, donde formó a generaciones de artistas con una pedagogía rigurosa y apasionada. No solo fue una maestra exigente, sino también una figura inspiradora para sus alumnos. Salvador Lorenzana Jiménez, actual titular del Taller de Litografía de la Facultad de Artes Plástica de Veracruz, recuerda cómo su encuentro con Losilla lo llevó a enamorarse del grabado. Además, Losilla participó en la adquisición de una prensa litográfica francesa de principios del siglo XX, que aún se utiliza en la facultad, simbolizando su compromiso con la calidad y la tradición en la enseñanza artística.
En 1970 recibió autorización para realizar las funciones de cónsul del Gobierno de Costa Rica en la Ciudad de Veracruz. En 1980 fue asignada al Instituto de Investigaciones Estéticas de la Universidad Veracruzana, consolidando su perfil como investigadora del arte gráfico y la obra múltiple.

La yunta, litografía, 1956
Como cita Cardona Valero, 1994 fue año sabático para Losilla y le permitió desarrollar la investigación que da cuerpo a un documento donde plasma el saber del oficio de su vida, mismo que más adelante salió a la luz en formato de libro bajo el título Breve historia y técnicas del grabado artístico, editado por la Universidad Veracruzana.
Esta obra se convirtió en una referencia esencial para estudiantes y profesionales del grabado, al documentar tanto la historia como los procesos técnicos de esta disciplina.
El artista Alberto Beltrán elogió el libro, señalando que, de haber existido en sus inicios, les habría ahorrado tiempo y esfuerzo en el aprendizaje del grabado.
En 2016, la Galería de Artes Plásticas de la Facultad de Artes Plásticas organizó una exposición en su honor, destacando su contribución al arte gráfico y su influencia en la formación de artistas en Veracruz.
En el año 2020 el Museo Nacional de la Estampa realiza una exposición denominada La Sociedad Mexicana de Grabadores (1947-1971), en la que incluye La Jaula de Oro, un aguafuerte y aguatinta realizada por Losilla en 1967.

La jaula de oro, aguafuerte, 1967 / Eva, xilografía, 58 x 30 cm, sin fecha
Edelmira Losilla falleció el 30 de junio del 2002 y es recordada como una figura fundamental en la historia del grabado en México, cuya pasión por el arte y la enseñanza dejó una marca indeleble en la comunidad artística.
Hoy, al mirar hacia atrás y repasar su vida y obra, es inevitable preguntarse por qué su nombre no figura con mayor prominencia en la historia del arte gráfico. Tal vez su carácter reservado, su dedicación casi absoluta a la docencia, o su decisión de hacer vida artística fuera de su país natal contribuyeron al velo de olvido que cubrió su figura por tanto tiempo. Sin embargo, su legado, presente en cada fibra del pellón impreso, en cada estudiante que aún hoy opera una prensa que ella ayudó a conseguir, y en cada página de su libro, sigue hablando en voz baja, pero con fuerza. Redescubrirla no es solo un acto de justicia histórica, sino también una invitación a mirar más allá de las narrativas oficiales del arte, hacia esos nombres que, como el suyo, han labrado en silencio la memoria de un oficio noble y persistente: el grabado.

3 comentarios
Muy valioso aporte al rescatar la figura y obra de esta artista costarricense olvidada de nuestra historia nacional. Gracias.
Excelente artista! Me ha encantado, muchas gracias!
Gracias por tu artículo sobre Edelmira Losilla. Ella fue mi maestra de primaria en la desaparecida Escuela Juan Rudín, a finales de los años cuarenta del siglo pasado. Solamente fue mi maestra un par de años, porque se fue para México. Me parece que fue cuando se fue del país y no en los años setenta como lo consignas en tu artículo. En los años setenta llegó a Xalapa, iniciando su trabajo artístico en esa Ciudad. Esta historia seguramente la podrás corroborar con los familiares de ella en San Ramón, de donde era originaria esa familia. Roberto Losilla, un destacado político del PLN era su hermano.