Principio y final de una escalera
Homenaje a Francisco Amighetti en el centenario de su natalicio
Autor(a): Alina González · Follow // Tiempo de lectura 8 min
“Todo lo aprendido en mis experiencias con la forma y el color, inclusive lo escrito va a desembocar en la cromoxilografía, es la última carta que me juego. Allí está mi mensaje plástico y mi poética.” Francisco Amighetti
El rendir culto a una persona ejemplar siempre ha sido una necesidad de los hombres desde tiempos inmemoriales. Por tal motivo, las efemérides se convierten en momentos claros para recordar, revisar y reflexionar la obra que excepcionales hombres y mujeres dejan al mundo como herencia.
El año 2007 coincidió en nuestro pequeño terruño, con la celebración de los cien años del nacimiento de quien fuera uno de los artistas más emblemáticos del país: Francisco Amighetti Ruiz (1907-1998). La obra de Amighetti es extensa, diríamos prolífica. Abarca desde la pintura de caballete o al óleo, la acuarela, pintura al fresco o pintura mural, la xilografía o bien, cromoxilografía (grabado en madera) sin dejar de lado algo que en Amighetti fue esencial: el dibujo.
Francisco Amighetti / Viaje hacia la noche, (tríptico) 1988, cromoxilografía / 76.5 x 176 cms.
La estética de francisco amighetti de 1931 a 1971
Haciendo una lectura de su obra, encontramos que el grabado en madera –la xilografía- ha de convertirse en su lenguaje por excelencia, su voz poética. En “El desorden del espíritu” de Rafael Ángel Herra, Amighetti expresa: “En los primeros encuentros usé la madera de café. Al principio trabajaba con una cuchilla. Después conseguí gubias y herramientas de perfil semicirucular o triangular, y así el grafismo resultó más directo. (…) Por las condiciones sociales en que me desenvolvía, usaba el grabado como clisé, tal como se utilizó en el siglo XVI, aunque en el proceso descubrí que al trasladar un dibujo lineal a la madera se realizaba la traducción de un lenguaje a otro, la línea debía engrosarse y los negros sólidos adquirían esplendor. (…) En mis comienzos, los de mi juventud y mi arte, hacía grabados en madera porque para mí eran una revelación, luz y noche, blanco y negro, y una lucha muy particular con el material. Casi enseguida empecé la difusión de mis trabajos, cuando García Monge los incluyó en su revista.[1] Eran pequeños grabados en madera de café”. [2]
Amighetti nunca lograría venderlos, a diferencia de las acuarelas que pintaba con paisajes de Barva y Escazú. En esta frase queda implícito el gusto de las personas por el mundo luminoso de las acuarelas, contrario al universo sombrío de los grabados.
Para Amighetti mismo, la acuarela era una forma de expresión liberadora, era luz, color, vida, contrario al grabado en donde llegaba a desembocar todo su drama existencial, mundo de sombra, oscuridad, dolor, muerte. Esta dualidad: luz/sombra, sitúa la acuarela como vehículo de lo “bello”, mientras que al grabado como transmisor de lo feo y grotesco.
Paco Amighetti dice: “Varias de mis xilografías están saturadas de una alegría nostálgica; otras son violentas y tristes. Toda mi vida interior se vuelca en mi obra gráfica, en el grabado en madera. Mis grabados son una totalidad donde está todo lo que me preocupa…en el grabado es donde desembocan mis momentos más sombríos, en la acuarela despliego alegría.” [3]
¿Qué induce a Paco Amighetti a inclinarse por el grabado?
La mirada de Amighetti, según vamos a encontrar en sus grabados, revela a un hombre hondamente triste y nostálgico. Lo que elige por tema es su propio dolor; al igual que para muchos artistas, será lo que los empuja a crear.
En este sentido, Paco Amighetti al ir descubriendo su propia tragedia, al mismo tiempo va eligiendo su tendencia expresiva y su propio medio de expresión, en su caso, la xilografía, la tinta negra. De hecho, Paco Amighetti no encuentra en la tela, en el color, el drama, la intensidad que encontrará años más tarde, mediante el empleo de la cromoxilografía. Todo ello es parte de su mundo dual que, como ya veremos, queda manifiesto en su obra maestra La gran ventana.
Antes de introducirse en el grabado, Paco Amighetti viene dibujando –Album de Dibujos,1926- interesado fundamentalmente por el cubismo y el arte japonés. [4] Un hecho crucial en cuanto a su vínculo con el grabado, es su matrimonio con la intelectual y artista Emilia Prieto (1902-1986) en 1929, quien lo pone en contacto con Joaquín García Monge. En 1930, Emilia Prieto ya se encuentra haciendo grabados, que logra dar a conocer a través de Repertorio Americano hasta el año 1950. Un año después, 1931, y puede decirse que, producto de su relación con doña Emilia, es que Amighetti comenzó a realizar sus primeras xilografías –Caserío-, alternándolas con la pintura al óleo, Calle de Heredia, (1931) y Paisaje con caballos (1931).
Viaje hacia la noche, (2) (tríptico) 1988, cromoxilografía 176 x 76.5 cms.
Según escribe Carlos Guillermo Montero, en 1932 en Buenos Aires, Argentina, Amighetti parece haber conocido a través del libro de Herbert Furst “The Modern Woodcut” [5] los grabados del belga Frans Masereel (1889-1972), y justo ese mismo año, en San José, en una importante exposición en el Club Alemán llegó a conocer a los expresionistas alemanes: [6] Erich Heckel, Schmidt-Rottluff y Käthe Kollwitz [7] y por otras vías, al escultor Wilhelm Lembruck y Ernst Barlach. Desde ese momento, en Amighetti no sólo se despertará un especial interés por el grabado en madera, sino por lo que será su lenguaje estético: el expresionismo, tendencia surgida en Alemania en 1905 y cuyo interés, contrario a toda la estética de la belleza, da cabida a lo grotesco, lo feo, la distorsión. Aún en esta primera etapa, su grabado apenas le sirve a Amighetti como el medio a través del cual va recogiendo sus vivencias.
Como manifiesto del influjo de dicha exposición en 1932, parte de los artistas de la generación de los años 30, realizaron un importante documento conocido como el Album de grabados de 1934. Este álbum –único en su importancia en el país-, se imprimió en la Imprenta Nacional un 12 de octubre, con un tiraje de trescientos ejemplares. Contiene sesenta xilografías y fue prologado por el intelectual Abelardo Bonilla. Participaron en dicho album: Francisco Amighetti, Francisco Zúñiga, Manuel de la Cruz González, Carlos Salazar Herrera, Gilberth Laporte, Teodorico Quirós y Adolfo Sáenz, y emplearon maderas de guachipelín, cedro, ronron, cocobolo, grabilia, café, cipresillo, naranjo, caoba y guayacán.
Amighetti participó con catorce grabados con temáticas entorno a animales, paisajes rurales, una naturaleza muerta, vendedoras de pollos y un interior de camión. Dentro de estas imágenes, destaca su Procesión, de la cual elaboró un óleo, que posteriormente se convertirá en el referente decisivo como la imagen evocativa del paisaje en La gran ventana. Después de 1934, Amighetti hizo muchos otros grabados que habrán de ser incluidos como parte de sus ilustraciones para sus propios libros Francisco y los caminos (1943), Francisco en Harlem (1947) y Francisco en Costa Rica (1972).
Montero Picado señala: “…el libro ilustrado ocupará gran parte de su actividad, en especial la idea de prosa e imagen como un lenguaje de complementación, pero que a la vez goza de la absoluta independencia comunicando los conceptos y las sensaciones.” [8]
Viaje hacia la noche, (3) (tríptico) / 1988, cromoxilografía / 176 x 76.5 cms.
© Alina González, 2024
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Referencias
1. Repertorio Americano.
2. HERRA, 97.
3. HERRA, 89.
4. “Descubrí el arte japonés en los libros que se hallaban en la Biblioteca Nacional. Estos me ayudaron a no quedarme anclado en el cubismo y me revelaron la Naturaleza. El cubismo me purificó de la tradición del realismo fotográfico, pero una vez cumplida esta labor liberadora, abrí los ojos a las cosas simples, como lo hice también en la poesía, que, con mis primeros grabados en madera, en aquellos días publicados en el Repertorio Americano. También en mis poemas, el “Haikú” y la poesía china me liberaron de la metáfora vanguardista, y del imaginismo, acercándome a la vida.” BACIU, 115.
5. Willie: 30
6. De igual forma, de octubre-diciembre de 1984, la exposición “Neo-expresionismo alemán”, en la Galería Nacional de Arte Contemporáeno, gracias al Museum Sprengel de Hannover, causaría un impacto en la nueva generación de pintores. Esta muestra incluiría obras de Peter Adamski, Elvira Bach, Ina Barfuss, Goerg Baselitz, Peter Bömmels, Werner Büttner, Peter Chevalier, Walter Dahn, Georg Jiri Dokoupil, Rainer Fetting, K.H. Hödicke, Gerhard Kever, Martin Kippenberger, Markus Lüpertz, Helmut Middendorf, A.R. Penck, Jörg Immendorf, Ludwig Arnold, Gerhard Naschberger, Albert Oehlen, markus Oehlen, Andreas Schulze, Volker Tannert, Thomas Wachweger.
7. Ver HERRA, 124.
8. MONTERO PICADO, Carlos Guillermo: Frnacisco Amighetti; 60 años de labor artistica.
Alina González Artista visual, curadora e investigadora en arte |