
Ricardo Ulloa Barrenechea
A 50 años de la publicación de Pintores de Costa Rica

Para cualquier persona que aprecie el Arte Costarricense el libro Pintores de Costa Rica es de referencia obligatoria. A casi 50 años de su publicación creo es necesario recordar al personaje, al artista, al investigador y al músico: Ricardo Ulloa Barrenechea.
Don Ricardo partió a España y tuvo su formación pianística en el Real Conservatorio de Música de Madrid, donde obtuvo el Diploma de Capacidad del Curso Superior de Piano. Posteriormente realizó un curso de acuarela con Leonardo Tejada y tomó el curso libre del Círculo de Bellas Artes de Madrid en 1955, llegando a exponer individualmente en 1956 en el Instituto de Cultura Hispánica.
A su regreso a Costa Rica empieza a enseñar todo lo aprendido en España. Fue profesor del Conservatorio de Música en la Universidad de Costa Rica y en la Escuela Normal, participó en diversas revistas como crítico de arte y fue miembro de de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
En 1964 expone en Las Arcadas con el Grupo Tótem y en 1967, en la Sala de la Dirección General de Artes y Letras en la Avenida Central. Tal como lo enumera su amigo Don Carlos Barboza, obtuvo múltiples galardones, entre ellos, el Primer premio en Música, Segundo en Pintura y Tercer premio en Poesía, de los Juegos Florales de 1963 y el Premio Aquileo J. Echeverría en Música en el año 1981.

Su obra escrita incluye las publicaciones: La Virgen María en el Museo del Prado (1967); Ángel del camino (1970); Enrique Echandi (1973); La música y sus secretos (1979); Fernando Soto Harrison: pintor costarricense (1995) y por supuesto: Pintores de Costa Rica, publicado por la Editorial Costa Rica en el año de 1975.
Pintores de Costa Rica constituye el primer intento de recoger toda la información sobre los protagonistas de la historia del Arte del país desde finales del siglo XIX hasta 1974. En sus páginas se hace una análisis de los diferentes grupos y movimientos que fueron protagonistas de la escena cultural en ese período y se enumera sistemáticamente cada uno de los personajes que brindaron algún aporte al desarrollo del Arte. Todo ese trabajo constituye un hito histórico, ya que es el primer esfuerzo serio por sistematizar el conocimiento sobre la producción artística que se había dado hasta ese momento. El esfuerzo de Don Ricardo merece reconocimiento, ya que hasta hoy, la información recolectada se sigue utilizando como referencia para gran cantidad de artistas, y sin esa tarea, muchos de ellos hubiesen caído en el olvido.
El libro está dividido en 10 capítulos a través de los cuáles se presenta el desarrollo del Arte Costarricense. El primer capítulo hace un recuento de los diferentes grupos de artistas que en ese momento habían obtenido algún reconocimiento, tales como el mítico Grupo 8, el Grupo Taller y el Grupo Totem. Luego, Don Ricardo hace una pequeña reseña de los géneros más importantes en ese momento, el retrato y el paisaje.

El capítulo III está dedicado a las Escuelas y las Academias: la Escuela Nacional de Bellas Artes, la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional, la Casa del Artista y otras como la Academia Manuel de la Cruz González y la Escuela de Arte Juan Ramón Bonilla.
A partir del Capítulo IV se comienza una detallada relación de tipo enciclopédico de los artistas que hasta ese momento habían ganado alguna notoriedad en el país. La Primera Generación, con artistas como Tomás Povedano, Enrique Echandi, Angela Castro o José Francisco Salazar, cada uno con su ficha biográfica, su ficha estilística y algunas de obras que ilustran la producción de cada uno de ellos.
El siguiente capítulo está dedicado a algunos artistas extranjeros como Aquiles Bigot, Pedro Ortiz, Alex Bierig y Emilio Span. Sin embargo, el Capítulo V, en el que se aborda la Generación Nacionalista es dónde el libro se convierte en un verdadero testamento sobre el desarrollo del Arte en Costa Rica. Lleno de imágenes de obras históricas de cada uno de los artistas, Don Ricardo hace una detallada descripción de cada uno, su trayectoria, sus logros y en algunos casos hasta sus tribulaciones. De ese modo, van pasando artistas como Teodorico Quirós, Luisa González, Francisco Amighetti y Margarita Bertheau.
A continuación, un capítulo dedicado a El Arte Nuevo: Max Jiménez, Manuel de la Cruz González, Francisco Zúñiga, Claudio Carazo, Dinora Bolandi, Jorge Gallardo, Luis Daell, Felo García y Guillermo Jiménez y toda una lista de artistas que vendrían a marcar el curso de Arte Costarricense. Además, un apartado sobre “La última promoción”, conformada por artistas clave, tales como Ricardo Morales, Carlos Poveda, Wilbert Villegas, José Luis López Escarré y Disifredo Garita.
El libro culmina con una serie de imágenes a todo color de obras como el autorretrato de Enrique Echandi, Retrato de Cristina de Gonzalo Morales, Estero de Puntarenas de Teodorico Quirós y clásicos como el Gamonal de Luisa González e Ileana de Max Jiménez. La impresión de esas imágenes constituyó un gran logro para ese tipo de publicaciones, ya que son escasísimos los ejemplos de libros con esa calidad.

El libro Pintores de Costa Rica es un hito de la historia del Arte de Costa Rica, su autor, un verdadero Humanista que destacó en cada uno de los campos en los que incursionó. El ejemplo de don Ricardo es de imitar, su dedicación, profesionalismo y compromiso deben ser los derroteros para cualquiera que aprecia el Arte, investigar y publicar es el primer paso para construir lo que viene, y Costa Rica no debe olvidar a aquellos que han creado la memoria de lo que hoy es el Arte Costarricense.