¿Qué sucede cuando dos o más artistas deciden trabajar juntos?

¿Qué sucede cuando dos o más artistas deciden trabajar juntos?

Autor: José Ortiz Follow // Tiempo de lectura 7 min 

 

Hace poco tuve la oportunidad de visitar la exposición “Integración de partes para conseguir un todo” en el Museo Regional de San Ramón, una muestra que gira en torno a la colaboración entre Lucho Castro y artistas de diferentes ámbitos, lo que dio como resultado una serie de obras que buscan plasmar sensaciones, diálogos y emociones que se generan a partir de la creación colectiva. Me resultó interesante como sin importar el medio, el hecho que dos o más artistas intervengan en una obra le da un carácter único que refleja la interacción entre esas personas. En ocasiones es evidente el respeto de Lucho por una figura consolidada del arte o el aprecio por una artista que apenas da sus primeros pasos o, simplemente, la complicidad que solo puede surgir de una amistad sincera.  Todo esto parece un gran contraste con la imagen tradicional del artista solitario que busca en el lienzo la manera de plasmar sus ideas y cuestionamientos. Sin embargo, la realidad es otra. Los artistas pasan tiempo de calidad con amigos, colegas o perfectos extraños y no en pocas ocasiones esto ha llevado a la creación de una pieza musical, una novela o una obra de arte.

Integración de partes para conseguir un todo” en el Museo Regional de San Ramón, Enero 2025

Las razones para que los artistas se unan para crear una obra son diversas. Desde lograr avanzar en un proyecto complejo o que se ha quedado estancado, hasta resolver retos técnicos que podrían resultar muy grandes o muy demandantes para un solo artista. Cuando varios artistas se unen para crear una obra, ese trabajo se nutre de una base más amplia de inspiración y contexto y puede llegar a ser más representativa de la cultura o un momento determinado de la historia. Es por esto que se ha convertido en la herramienta más utilizada por los grupos que reivindican causas sociales, que quieren representar aspectos históricos o políticos o que quieren ofrecer una visión más amplia de casi cualquier tema. Además, la colaboración puede estimular la experimentación y favorecer que se incursione en terrenos artísticos que no han sido explorados y de este modo convertirse en un crisol que permita la interacción de ramas que parecen tan disímiles como el grafiti y el grabado, la pintura y la serigrafía o bien, la interacción de disciplinas tales como la ingeniería y el diseño o la música y la informática. No cabe duda que las posibilidades son enormes.

Joanna Riera y Manuel de la Cruz González, Alegoría al trabajo

Para comprender un poco mejor lo que implica el arte colectivo es necesario revisar un poco la historia e identificar algunas de la colaboraciones más importantes y que de alguna manera han dejado huella en la historia del arte. 

En primer lugar, vale la pena mencionar la unión de artistas de la talla de Marcel Duchamp y Francis Picabia, exiliados franceses que llegaron a Nueva York en 1915, que se encontraron con Man Ray e impulsaron el movimiento dadá de esa ciudad, demostrando una fascinación común por las máquinas, el movimiento, el erotismo, la experimentación con la luz y las transparencias. A pesar de proceder de entornos familiares muy distintos y de tener realmente ideas dispares, sus caminos se cruzaron para desde esa disconformidad establecer las bases de un nuevo concepto del arte.
Años más tarde, en 1949, Gjon Mili fue enviado por la revista Life a la casa de Pablo en Vallaruis, en el sur de Francia. Todo comenzó como una sesión de fotos, sin embargo, cuando Picasso vio el trabajo que Gjon había realizado con la patinadora
Carol Lynne (en la que ella patinaba con luces en sus piernas, dando como resultado líneas de luz que congelaban el movimiento de la patinadora), Picasso decidió trabajar junto a Gjon para crear los famosas imágenes de Picasso pintando con luz. Un trabajo que aún hoy genera admiración y captura la majestuosidad de la obra del gran artista español. 

Elévage de Poussi è re, Marcel Duchamp y Man Ray

En los cincuenta surgió una pareja que que dejaría una profunda huella en la gráfica: Jasper Johns y Robert Rauschenberg. Ambos se conocieron en 1953 en Nueva York y luego trabajaron en el taller Gemini G.E.L (Graphic Editions Limited) en Los Angeles, Rauschenberg y Johns tenían como objetivo generar un diálogo que cuestionaba el valor, el significado y la autoría. Su trabajo invita a los espectadores a mirar más allá de la superficie y a considerar las implicaciones más profundas de lo que se ve y lo que no y con el tiempo se constituyeron en lo que luego vendría a llamarse el arte pop.

Art and Language, Painting and Sculpture, 1966 - 1967

Por otra parte, en 1967, en Inglaterra, se funda el colectivo Art & Language, conformado inicialmente por Michael Baldwin, David Bainbridge, Terry Atkinson y Harold Hurrell. Uno de sus principales intereses era posicionarse críticamente frente al arte y la crítica moderna del “mainstream”. Al mismo tiempo se gestó Fluxus, un grupo que se caracterizó por romper con las tradiciones artísticas y por fusionar la alta cultura con lo popular, dirigido por George Maciunas y con integrantes sobresalientes como George Beuys y otros no tanto, como la mismísima Yoko Ono. 

Todos estos artistas aportaron de alguna manera al crecimiento del mundo artístico, sin embargo, no se puede dejar de mencionar a una de las colaboraciones más famosas de la historia: Andy Warhol y Jean-Michel Basquiat. Aunque muy diferentes en cuanto a su edad, su estilo e incluso su forma de pensar, esta colaboración marcó un antes y un después en la carrera de ambos. Por lo general, Warhol comenzaba trazando un símbolo del arte pop o un titular de noticias sobre un lienzo con su retroproyector; luego, Basquiat añadía un símbolo, una imagen o palabras a la pintura en su estilo neoexpresionista. Sus trabajos pronto ganaron popularidad y se convirtieron en íconos de una época.

Felo García y Néstor Zeledón, mural del Teatro Arnoldo Herrera

En nuestro país, aunque tradicionalmente este tipo de colaboraciones han tenido poca resonancia, existen algunos casos interesantes. 
Como dato curioso, vale la pena mencionar que el primer mural de arte público, denominado Labriego Sencillo, fue realizado por Manuel de la Cruz González y Quico Quirós en 1937 por encargo del Círculo de Amigos del Arte. Más adelante, en la década de los años setenta, Felo García y Néstor Zeledón realizaron trabajos como el Mural del Teatro del Conservatorio de Castella en Sabana Norte y es conocido el trabajo conjunto entre Margarita Bertheau y Don Francisco Amighetti en obras como el icónico mural titulado Revolución del 48 que hoy se exhibe en el Museo de Arte Costarricense. También existe una colaboración muy importante entre Manuel de la Cruz González y Joanna Riera Gomila, quienes hicieron dos murales que se ubican en el edificio central del Instituto Costarricense de Seguros. Por años fueron atribuidos a Manuel de la Cruz, pero gracias a la investigación de “Cronologías de lo Invisible” se estableció que en realidad fue Joanna Riera quien hizo la manufactura de los murales cerámicos a partir de un diseño de ambos.

Llama la atención que la colaboración entre artistas para el desarrollo de una obra no fuese tan popular en un país tan pequeño como Costa Rica. En la historia del arte fueron muchas las colaboraciones exitosas, sin embargo, en nuestro país esto no tuvo un impacto significativo. Las razones no me quedan claras.  Conozco muchos artistas con gran talento y que son muy buenos amigos, comparten tiempo juntos y creo que podrían unirse y crear obras que no solo reflejen la diversidad de perspectivas, sino que también fortalezcan la identidad artística nacional. Es admirable el ejemplo de los artistas urbanos quienes a pesar de que individualmente han ganado reconocimiento a nivel nacional e internacional, están anuentes a trabajar juntos y han logrado consolidar un movimiento en un medio cultural difícil, llenando espacios públicos con sus obras.  Quizás lo que falta es un impulso, tener clara la importancia de trabajar juntos, de compartir visiones y de construir desde la diferencia.

Creo firmemente en el Arte Costarricense y hay que tener claro que cuando dos o más artistas se unen, no solamente están creando una obra de arte, sino que se están convirtiendo en evidencia de que la verdadera grandeza no reside en la competencia, sino en la conexión y el respeto. El Arte, en su forma más pura es diálogo y construcción y creo que ese es un camino seguro hacia un país mejor.

Picasso pintando con luz, creadas junto a Gjon Mili en 1949

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1 comentario

Puntual y lúcido comentario. Atinado y necesario comentario. En efecto el arte es conexión ya sea generacional compariendo una visión de mundo en el ámbito estético, o creando obras colectivas. El trabajo crestivo casi soempre es solitario pero nunca está sislado de su contexto histórico – social

Mario Enrique Matarrita

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