¿Qué ha pasado con la cultura artística en Costa Rica?

¿Qué ha pasado con la cultura artística en Costa Rica?

Autor: Luis Miguel Morales Aguilar cc Moralegui Follow // Tiempo de lectura 11 min


¿Qué sucede cuando un país olvida los cimientos culturales sobre los que construyó su identidad? La cultura artística no es solo una expresión estética: es también memoria, educación y ciudadanía. La historia cultural costarricense ha sido rica, compleja y muchas veces ejemplar, pero hoy atraviesa una crisis de representación y sostenibilidad.

Alajuelita, Ricardo Ulloa Barrenechea

En 1962 se inaugura la Dirección General de Artes y Letras (Ministerio de Educación Pública), su labor incentivó a artistas de todas la áreas para crecer por medio de becas o espacios expositivos. Esta sería la base de lo que en 1971 se consolida en el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes. Para la década de 1970, se cuenta con el Museo de Arte Costarricense, además el Museo del Jade o Museo del INS, como es comúnmente conocido, se inaugura en 1977, existe una labor editorial envidiable en la Editorial Costa Rica donde se publicaban las principales obras de escritores nacionales y se elaboraron bellas ediciones con dibujos o grabados de artistas, muchas de estas publicaciones encontraron su hogar en la nueva Biblioteca Pública y se frecuentaban diferentes espacios expositivos. Además muchos de los artistas e intelectuales del país brindaban conferencias en el Museo Nacional de Costa Rica, la Universidad de Costa Rica y se inauguran exposiciones en el Teatro Nacional, como ya había pasado en las famosas Exposiciones de Artes Plásticas (1928-1937). Entre 1972 y 1993 se realizan los Salones Nacionales de Artes Plásticas. Y en 1984 se funda La Galería Nacional de Arte Contemporáneo, que años más tarde pasa a ser el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo. Se daban citas para ver las muestras ofrecidas en espacios como la Sala Enrique Echandi, el Centro Cultural Costarricense Norteamericano y el Museo del Banco Central de Costa Rica. De todo este espacio cultural nacieron publicaciones como las realizadas por los historiadores y artistas: Ricardo Ulloa Barrenechea, Luis Ferrero Acosta, Carlos Francisco Echeverría, José Miguel Rojas (hoy Alina González), así como también se brindaron notas periodísticas de la pluma de Norma Loaiza (Áncora), Cesar Valverde, Juan Bernal Ponce entre otros. (Ellos secundan la labor que a mediados de los 50's había realizado Arturo Echeverría Loría con su diario Brecha, a su vez el Diario la República publicaba el suplemento Además con notas de Arte y Cultura, que poseía: Teatro, Danza, Literatura, Música y artes visuales. Sin duda al nombrar estos ejemplos, podemos evidenciar que la vida artística nacional mantenía una presencia clave en el día a día nacional, y había interés por que fuera así, muchos políticos frecuentaban los espacios expositivos y apoyaban lo que se realizaba en favor del arte y la historia nacional. Muchos de ellos además acostumbraban comprar obras de artistas y los frecuentaban para discutir de diversos temas. Por así decirlo, existía dentro del ámbito estatal un interés por hacer crecer esta labor, ya fuera por medio del propio ministerio o bien por el simple hecho de estar presentes con verdadero compromiso o interés en lo presentado.  

Brecha, Noviembre, 1960, dirigida por Arturo Echeverría Loría

Este florecimiento cultural no fue un fenómeno aislado. En el contexto latinoamericano, durante las décadas de 1960 y 1970, muchos países vivieron una efervescencia artística que también respondía a movimientos sociales, políticos y educativos. En países como México, Argentina o Chile, la consolidación de ministerios o instituciones culturales caminaba en paralelo a lo que sucedía en Costa Rica. Sin embargo, a diferencia de contextos marcados por la represión, Costa Rica ofrecía un terreno fértil para el pensamiento libre y la expresión artística, lo que fortaleció aún más su escena local.

Luis Ferrero Acosta

Hoy en día en cambio es lamentable ver lo que ha ocurrido con esta labor admirable, encontrarse con redes sociales que lo que difunden es un pensamiento político vacío (que además no compete a lo que realmente deben difundir), sin una imagen propia y mucho menos con cabezas que sean comprometidas con las artes genera un pesar enorme. Y si a esto sumamos un creciente desinterés por expandir la historia artística en espacios como escuelas o colegios es apoyar una idea de olvido de quienes construyeron y creyeron en un país con una identidad cultural propia, comprometida y unida más allá de las diferencias. Urge como público, como creadores, como ciudadanos de una país cada vez más complejo (y vacío de cultura propia), exigir diálogos en pro de estas instituciones, de estos creadores que dieron todo por ese ideal cultural, que empezó sin nada y terminó siendo una ventana no solo de lo que se hacía sino de lo que se podía hacer, superó muchas veces los sueños, pero hoy parecieran más bien pesadillas que responden a un entorno violento y cargado de indiferencia.

 

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1 comentario

Concuerdo con este ensayo, se ha diluido el arraigo e identidad cultural, se aprecia y valora lo extranjero solo por no reconocer y observar nuestros propios artistas.

Javier Mena

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