¿Llego el momento del arte latinoamericano?

¿Llego el momento del arte latinoamericano?

Autor: José Ortiz Follow // Tiempo de lectura 6 min


Desde hace varios años la influencia de la cultura latina se ha revitalizado a nivel mundial. Artistas como Bad Bunny o Peso Pluma, a pesar del criterio de muchos, han logrado llevar su música por el mundo y llegar a lugares inimaginables. Ante este fenómeno, algunos gurús del arte internacional predicen un nuevo “boom” del Arte Latinoamericano en la escena mundial.

Desde un punto de vista comercial esta parece ser la lógica correcta. Sin embargo, hay que partir de una definición que nos duele:¿qué es el Arte Latinoamericano hoy en día?. Y es que esta definición resulta un pilar fundamental para esta discusión, ya que durante décadas lo Latinoamericano se ha ido adaptando a un mercado principalmente anglosajón, ha cambiado para llegar a un gusto latino estereotipado, tamizado por los prejuicios y años de colonialismo, una preocupación que ya Marta Traba profesaba con vehemencia desde mediados de los sesentas, denunciando un proceso de “despersonalización” del Arte Latinoamericano, producto de un “desprecio por el “color local”, resuelto en formas ignominiosamente turísticas o ridículamente sociales”.

 

 

Volviendo al tema de la música, en el fondo no se trata de música latinoamericana, se trata de música hecha por latinos para agradar a otros públicos, una hibridación entre los “latino” y lo que el mundo quiere escuchar. Algo similar a lo que ocurre con la gastronomía mexicana, que cada día sabe menos a chile. De ahí que de que predecir que el crecimiento de lo latino a nivel global va a llevar a un posicionamiento del Arte Latinomericano hay un gran trecho.

Fernando de Szyszlo

El Arte Latinoamericano es un estilo que encuentra inspiración en su cultura, sociedad, política, tradiciones nativas, religiones y paisaje. Lejos de ser una sola, Latinoamérica es un crisol de múltiples territorios, cada uno con características culturales y sociales sumamente diferentes. Y no es un secreto, que nuestra Latinoamérica, dentro del cuadro de la civilización occidental, aparece como el resultado de la expansión del capitalismo y como imagen del fracaso del proyecto colonizador que termino por relegarla a la condición de “lo otro”, condenando de alguna manera a toda una región a ser un eco tardío del resto del continente. De este modo, en la historia del arte se registra a Latinoamérica como generadora de dos movimientos representativos: el realismo mágico y el muralismo. Ambos con una fuerte carga política y social, reivindicando luchas que aún resuenan en el Arte Contemporáneo. Sin embargo, han sido muchos los protagonistas del Arte Latinoamericano y es difícil imaginar esa historia sin la fuerza de Diego Rivera, sin la intelectualidad de Torres García o la magia de Lam y Fernando de Siszlo. 

Juan Carlos Zuñiga

Basta con revisar ejemplos de artistas latinos que están recibiendo atención en estos momentos. Una de ellos es Natalia Anciso, quien desde lo chicano representa la lucha de las personas que habitan la frontera, con todos los problemas que esto conlleva, tales como el tráfico de drogas, el tráfico de personas y la pobreza. Por otra parte, el Argentino Aerosyn-Lex Meštrović que realiza obras caligráficas abstractas en las que busca conectar con el espectador de una manera amplia y no limitada por sus orígenes y que muestren como las culturas y los lenguajes se influyen entre sí. Dos ejemplos de artistas “latinos” pero con enfoques diametralmente opuestos en la concepción de sus trabajos. No hay que ir muy lejos, en nuestro país, el paisaje de Federico Herrero es tan Latinoamericano como el paisaje de Juan Carlos Zuñiga. Sus obras son diametralmente opuestas, pero coinciden en la búsqueda dentro del paisaje de elementos que definen nuestra identidad.

 

 

Es importante destacar que como bien lo ha descrito Luis Fernando Quirós en varias publicaciones “tampoco se puede caer en las oscuridades de los años anteriores a los noventa, cuando a Venecia mandaban las embajadas en Roma a la prima del embajador que pintaba el concuño del ministro que le gustaba el arte, y veíamos expuestos en los salones del Instituto Italoamericano cuadritos de campesinos con chonete, casitas con guarias moradas en el corredor, o cuadros de papagayos multicolores y tersos tucanes representando el arte contemporáneo del área”. Curadores como la nicaragüense Illimani de los Andes han levantado la voz, ya que si bien hay artistas y curadores interesados en fortalecer las identidades de nuestros pueblos y plantear responsablemente nuestras realidades particulares en las dinámicas del arte global, también existe el expolio hacia las comunidades por parte de personas sin ética, quienes solamente utilizan dichos saberes comunitarios como “una marca” para ganar aplausos y fondos.

De esto modo, la definición de arte latinoamericano resulta insuficiente y si se quiere injusta, ya que limitar la riqueza de toda una región bajo un término geográfico no es más que otro ejemplo de colonialismo. En Arte Latinoamericano va mucho más allá de una definición académica y deben de estudiarse los aportes de cada cultura al acervo global. Latinoamérica es compleja, está llena de sentimiento, de cultura, de esperanza, pero también de problemas que la atan a su historia. No se trata de negar lo autóctono ni de abrazar lo foráneo, se trata de buscar en lo local los puntos de coincidencia que permitan su globalización, se trata encontrar lo que verdaderamente significa ser “Latinoamericano” y convertirlo en la llave que le permita tomar el lugar que le corresponde en la cultura global.

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