La última obra de Luis Daell

La última obra de Luis Daell

Autor: José Ortiz Follow  Fotografía: Luis Moralegui  // Tiempo de lectura 7 min 

En medio de la sala de sesiones de la Municipalidad de Palmares se encuentra la última obra de Don Luis Daell. No es muy accesible al público y quizá el espacio no permite admirarla en todo su esplendor, sin embargo, luego de muchos años continúa siendo un motivo de orgullo para el pueblo de Palmares.

Palmares Ayer y Hoy es una obra de gran formato constituida por tres paneles . Fue financiada por la Universidad de Costa Rica y en ella se describe la historia de Palmares, desde su mito fundacional hasta su consolidación política y económica.
El panel central muestra al cacique Garabito sembrando la semilla de lo que vendría a constituir el cantón de Palmares. Luego, en el panel izquierdo se representa la época de la conquista por parte de los españoles, la vida del campesino, la religión y en el panel derecho la consolidación del cultivo del café y los cambios sociales que  vinieron a fortalecer el desarrollo económico del cantón. Para Don Guido Sáenz esta obra revela

“un gran sentido de proporción y un muy claro discernimiento de la composición y el color. Nada falta, nada sobra, lo que debe de estar está ahí”.

Pero ¿quién fue ese artista cuya obra llegaría a formar parte del imaginario de todo habitante de este cantón alajuelense?

Los inicios de Daell en la plástica fueron curiosos. En una entrevista para Forja, Don Luis recordaba como en su época, lo jóvenes estudiaban para aprender un oficio o desarrollarse en una profesión, pero como él era un alumno difícil, su maestra Emma Gamboa lo escogió a él y a María Eugenia Dengo para iniciar su proyecto de Preparatoria infantil, asignándole a él la tarea de dibujar y a María Eugenia la de escribir, por lo que según él, fue condenado a ser artista y con mala ortografía.

Ingresó a la Academia de Bellas Artes y ahí ganó un premio de pintura mural y otro de pintura al óleo. Desde joven le gustaba viajar por el país, principalmente a la zona de Guanacaste y durante esa época pintó a las lavanderas  del Río Blanco, en la entrada de Nicoya y desde muy joven tuvo amistad con figuras indiscutibles del arte costarricense como Manuel de la Cruz González, Margarita Bertheau, Quico Quirós, Fausto Pacheco y Max Jiménez.

Egresó de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica en 1948 y poco después realizó una de sus principales obras: La Piedad, también conocida como La Guerra del 48, en ella se muestran las figuras de una mujer sosteniendo a un hombre herido en medio de un campo desolado, con colores fríos, emulando la escena de la Virgen llorando sobre el Cristo muerto.

Entre 1949 y 1952 visitó varias instituciones en Estados Unidos, entre ellas el Akron Art Institute, el Cleveland Institute of Art, el John Heagen Junior College en los Angeles y finalmente en la Universidad de Cornell. A su regreso laboró como editor gráfico del Instituto Centroamericano de Ciencias Agrícolas.

Daell recordaba con emoción la creación del Grupo 8 en el año 1961, un grupo compuesto por artistas como Hernán González, Harold Fonseca, Guillermo Jiménez, Manuel de la Cruz González, Rafael García, Néstor Zeledón Guzmán y César Valverde. Este grupo tenía como objetivo introducir elementos contemporáneos en el arte costarricense, proponiéndose inquietar el ambiente cultural y estimular la creación de un nuevo tipo de arte. Para el mes de julio de 1962, el Grupo Ocho publicó su manifiesto en la revista Brecha, redactado por Hernán González: “La belleza clásica está muerta porque ella es la negación del espíritu de nuestro siglo: estática, quieta, muda”. Luis Daell se considera uno de los precursores del arte abstracto en Costa Rica.
A pesar de su participación en ese grupo, su obra mural y la acuarela continuaron siendo parte fundamental de su producción artística. Su maestro en la técnica de mural al fresco fue el mismo Francisco Amighetti y de él aprendió el interés por el tema indigenista y populista. Le gustaba pintar al grupo de danza de Grace Lindo en compañía de Amiguetti, Margarita Bertheau y Emilio Willie.

En 1970, siendo director de la Facultad de Bellas Artes el artista César Valverde Vega, Daell fundó en dicha facultad la carrera de Artes Gráficas. Ese año, su obra Madonna ganó el primer premio en el Concurso de la Estampilla del Ministerio de Cultura.
Cesar Valverde fue su ferviente admirador y no dejaba pasar la oportunidad para resaltar la labor de Don Luis en el campo de la promoción humana, cuando con grupos de alumnos visitaba hospitales e instituciones con el fin de enseñar oficios y nuevos caminos de superación a los más necesitados. Para Fernando Sanchez, en un artículo publicado en 1978 era claro que para Daell, ni la crítica favorable, ni la fama, ni los intereses pecuniarios eran motivo para estimular su ego. Según él, su alegría venía de tener frente a sí al niño que llora conmovido ante su obra, convirtiéndose en formidable receptáculo de todo su humanismo.

En 1985 le fue diagnosticado un cáncer en la garganta, fue operado y perdió la capacidad de hablar. Según lo relata Manuel Bermúdez “la depresión fue aplastante, Daell se sumergió en el abandono de sí mismo y el alcoholismo llenó de sombras sus cuadros. Le tomó muchos meses retornar a sus telas y pinceles”. Varios años después ilustraría Historias de Tata Mundo para la Editorial de la UNED, un libro que inmediatamente se convirtió en un clásico.

Luis Daell es un artista cuya obra no ha alcanzado el reconocimiento generalizado del público, sin embargo, sus trabajos están llenos de color y aprecio por el ser humano. Su pintura es dramática, pero puede ser a la vez plácida y hasta sonriente.

En Palmares Ayer y Hoy, Daell no solo pintó la historia de un pueblo, sino que atrapó, la esencia misma de una comunidad: su lucha, sus esperanzas, y su constante transformación. Así, la última obra de Luis Daell, aunque prácticamente inaccesible al gran público, permanece como una poderosa afirmación de lo es Palmares: un pueblo de luchadores, de creadores, de sobrevivientes. Y aunque el tiempo pase, y muchos olviden su nombre, las sombras y luces de sus colores seguirán iluminando los recuerdos de este cantón.

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