
Cristina Gutiérrez: Los oleajes de la vida
Autor(a): Luis Fernando Quirós Valverde · Follow // Tiempo de lectura 12 min
En la nueva serie de pinturas expuestas en la Galería Nacional, mayo-junio de 2025, la creadora visual costarricense Cristina Gutiérrez-Cruz exhibe la nueva colección de “Grafías Cromáticas”, en continuación con Graphos 2023 expuestos en estas mismas salas. Se trata de una amplia escala de tamaños que van de lo pequeño a lo grande, para portar algo más que sustancias cromáticas, son gestos que le enseñó y aprendió a pintar del mar: poética de los oleajes, símil de las vicisitudes que llevamos con sí mismos a donde quiera que vayamos (Glissant 2018); energías pulsionales capaces de abrir caminos, gestar trazos, rutas críticas, pasos o tránsitos siempre recorridos cuya experiencia conduce a transparentar en su arte la fuerza de las vivencias cotidianas.
Cristina ejerce el trazo con suma gestualidad, acción de trazar conectando la mirada autocrítica, derivada de la experiencia o conciencia de la nada, que ocurre cuan se asimila el lenguaje de dichos oleajes y experticia, eso que se cultiva con constancia cada día y denominamos rigor. Indico el detalle del tamaño y motivaciones para crear, pues no es igual pintar en grande que en pequeño, aunque los pigmentos sean los mismos y los soportes también lo sean: cartón, papel, lienzo o las arenas de la costa, es donde ella regenera el performance de su arte.
Conlleva la dinámica de respirar, de concentrarse para generar el vacío interior indispensable al lanzar el gesto o trazo. Se trata, tal y como dije, de una verdadera acción que refiere a los maestros de la pintura zen oriental, a los fulgurantes trazos caligráficos o ideográmaticos de Georges Matheu, Franz Kline, Hans Hartug, entre otros pintores del arte del signo y gesto, lo cual anunció Gillo Dorfles en su libro Últimas tendencias del Arte de Hoy, primera edición de editorial Labor de los años sesenta, otra edición en los setentas que persiste como texto de consulta dado el importante bagaje teórico contenido.
Dar el paso
Se deduce que, en el cultivo de este arte, a Cristina Gutiérrez le conlleva una disposición de ánimo o mentalización distinta, pues más que pintar se ejerce un performance para cada obra; a esto se le llama madurez al dominar ese tránsito para generar obras inéditas y de impacto. Importa volver sobre este vocablo para el cual al ejecutarlo requiere tácticas para su afrenta, en tanto abre otro campo de batalla donde se lucha contra el adversario: El desánimo, la crítica negativa, el no encontrar espacios para exponer, entre otras incomodidades. Se trata de la larga “noche del alma” experimentada por los místicos la cual provoca un acontecimiento sin igual (como es la Pascua para los cristianos que conduce a la Resurrección donde contemplar la Luz Perpetua). Frank Kafka decía que no hay metamorfosis sin la existencia de esta coyuntura.
“Los caminos de la vida”
Reinterpretando el ballenato de los Diablitos de Omar Geles con este título, en tanto nos sume en una meditación de lo que logramos en cada jornada de trabajo, el transitar diario entre “los oleajes de la vida, que tampoco son como los soñaba, no son como los imaginaba o como yo quería, no son como esperaba”. Se habla de una fuerte dosis de insatisfacción ante el desafío de crear. En arte, aunque suene contradictorio esto es buen síntoma, pues, si pensamos que todo está perfecto no dejaremos espacio para mejorar, para recapitular ampliando nuevas ideas y pensamientos en torno a la obra de arte, define la metodología del paso problema-solución, aspecto central que me recuerda mis propios tiempos de estudiante de arte, cuando leía a Bruno Munari en uno de sus libros acerca de la creatividad:
“Fantasía, todo lo que antes no existía, aunque es irrealizable.
Invención, todo lo que antes no existía y que es exclusivamente práctico.
Creatividad, todo lo que antes no existía y que es realizable de una manera esencial y global.
Imaginación. La fantasía, la invención y la creatividad piensan, la imaginación ve”.
No es que esta artista pre-visualice el trazo en el cuadro, o haga un “boceto fantasioso” de esto que por lo general nos traba al ejecutar la idea primordial; es mejor no imaginar nada ni ver nada para no condicionar la creatividad, pero sí será oportuno sentir esos oleajes del océano con que nos arrulla el mar, y dejar bañar nuestro cuerpo por sus espumas. Son una motivación natural, nada artificial, son a esos oleajes de la vida a los que refiero que dan temple al pensamiento crítico-creativo y motivan la soltura del trazo a que refiero, lo cual se desprende del buen conocimiento que se tenga del camino (técnicas, materiales, conceptos, la práctica artística).
Volviendo a los caminos de la vida de la aludida pieza musical, evoca otra canción más la cual transparenta una nueva interiorización para reflexionar en sus significados: “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”, poema “Cantares” de Antonio Machado.
Importa decir desde otro posicionamiento estético que el signo primigenio el cual anima todo reto conlleva caminar, saber escuchar o discriminar durante el dominio alcanzado al interpretar tales los oleajes que en la pintura, en el instante de optar qué hacer con el pigmento, en su caso acrílico sea negro o color, la energía impregnada al trazo que emerge desde el músculo (cóxico) en la base del cuerpo, es el que en su caso provoca la visión del océano: Esa en la cual en cada trazo está el mar y en el mar ella encuentra la fuerza motriz que influye en su sensibilidad, al acudir a su memoria que proviene incluso desde su infancia cuando daba sus primeros pasos en las arenas.
Ella tiene muy presente su niñez cuando pasaba temporadas en Playa del Coco de donde es originaria su familia paterna. Expone la autorreferencialidad de lo que representa el océano en su vida, las aguas que al reventar en las escolleras o arenas y devolverse marcando huellas a su paso, deja ver precisamente el tránsito, el recorrido o paso que conforma la memoria derivada del lenguaje. Se recuerda por fundamental su obra con fotografías de las costas y grafos trazados en acrílico sobre lienzo, expuestos en Mesoamérica Tierra de Huellas, Sala 1 del Museo de Arte y Diseño Contemporáneo (MADC) 2023-2024, curada por Illimani de los Andes y quien escribe.
Pintura acción: signo y gesto
La suya, procedimiento alcanzado dentro de esta tendencia es una pintura dinámica y sensorial, implica dar pinceladas vigorosas a la tela trazando esos caligramas que le enseñaron las criaturas del mar, en el pleamar o bajamar, cuando al romper de las olas los cangrejos u otros bichitos marinos trazan esa notación natural que parecen protoescrituras orientales o mesoamericanas. Ella la reinterpreta aplicando amplias veladuras cuando el signo se expande sobre el soporte o tela y logra efectos aleatorios al derramar los pigmentos sobre dichos lienzos (que resignifica en su arte el sentido que tiene la playa, la costa, las arenas y lo que encuentra a su paso en dicho entorno).
Es a su vez punto de partida donde no valen los esquemas prefijados, repito, no hay boceto previo de manera que éste se transforma en el momento de pintar en acción. Todo va en limpio de una vez, en tanto el o la artista se sumerge en una especie de sueño en el cual libera el trazo (refiere al poeta y pintor Sengai). Tal y como dije, pareciera que esto es propicio para el gran formato, como de trazar con un palo esos signos en las arenas de la playa o en una enorme tela, o que, el cambio de escala bordea nuevos matices a su investigación, y ocurre cuando ella demuestra saber pintar en grande como en pequeño.
“En la sabiduría de mirar la “porosidad” de la inconsistencia, del eterno fluctuare del ser: una esfumadura sui generis de melancolía no puede, en ciertos momentos abandonar el mundo. Pero en esta melancolía la belleza se hace nuestra y exalta: Las cosas se vuelven preciosas para quien reconozca la naturaleza efímera”
(Hacerce bambú, Introducción de Paolo Lagazzi. La sabiduría de los Maestros Zen. 1994. Parma: Guanda Editore).
Gutiérrez-Cruz, en tanto es arquitecta de profesión maneja muy bien estos insumos intelectuales y espirituales, en particular, la espacialidad, experimenta un trance que va desde el silencio y meditación sobre el vacío, hasta cuando su cuerpo libera dicha energía acumulada en la interiorización y motivar músculos de su cuerpo, tal o como ya expresé, y la manifiesta.
En la pintura contemporánea existen estos protocolos de investigación sobre el gesto, y en todos se considera como irrepetible la contraparte que pone el cuerpo de la artista, aunque la mente la ponga en blanco o desaloje toda percepción para gestar el vacío, inhibiendo incluso sus propios jadeos y pulsaciones humanas. Entre más vacío de conciencia humana logre estar, mayor será el impacto del trazo o como lo he llamado “oleajes de la vid” manifestados por la reacción de su cuerpo.
Está relacionada al carácter antropológico del acto de pintar que trascienden a nuestra cultura, naturaleza, e historia, y no es reprensible que provenga de Oriente, los monjes escribientes en los templos zen oriental, solían danzar para liberar la energía y desdoblarla con el trazo. En la escritura mesoamericana como la de la cultura Maya y Mexica, a los escribientes de los códices prehispánicos sobre papel amate o cuero animal se les llamaba “tlacuilos”, entonaban cantos para ayudarse a alcanzar el dominio trazo. Lo que quiero decir con este parangón es que en la experiencia creativa urge mediar con un talento humano como escuchar, ver, sentir, pintar, palpar o cantarlo, en un encadenamiento (in)consciente.
Tal y como lo hacen las criaturas del mar, al generar un paisaje de “grafías” con una fuerte identidad del hábitat oceánico, afinan la sonoridad escuchada al interno de la espiral del caracol con una pulsión de su entraña misma. El gesto de escuchar la concha marina despierta a la niña o el niño interior que todos tenemos, aflora cuando descubrimos esa posibilidad tan instintiva de sentir la sonoridad del mar en el caracol. Para la cultura Maya esto es en suma importante, la configuración de la concha representa el cero, un No Número que potenció el álgebra dando plenitud a la cuencia Matemática.
Razón para afirmar que el de Cristina es un vocabulario sacro, enmendado en cada lienzo en el cual se marca el paso que no deja huella, el cual ella deja con su mano bondadosa, pero al mismo tiempo enérgica. Ser y No Ser. Evoca al legendario Moisés en el “mar de los juncos”, al paliar las tribulaciones de su pueblo y librarlo de los guerreros del faraón, porque aún hoy hay muchos faraones por ahí que se ensañan en borrar nuestros logros y ningunearnos.
Preparación del cierre a este ensayo
En este singular discurso vuelvo a evocar al pintor y poeta Sengai, monje Zen japonés que vivió entre el siglo XVIII y el XIX:
“En la ermita de las ilusiones
las flores del alba
abren y desaparecen
desaparecen y aparecen”. Sengai
Paolo Lagazzi refiere en este libro: “El círculo vacío en la obra de Sengai y de los demás pintores a la tinta china, son visualizaciones del vacío cósmico: Lugar No Lugar sin inicio ni fin del espíritu liberado (que sabe reconocer el ciclo de la vida y la muerte como un sueño). (Paolo Lagazzi. 1994. Parma, Ugo Guanda Editore).
De manera que, y antes del cierre del círculo de este intersticio por el cual avistar el trabajo de Cristina Gutiérrez con esta muestra en la Galería Nacional, les recuerda que ella invita a presenciar su poética: hábitat edificado por su mano donde en cada gesto -por diminuto o transparente que parezca-, procede de un minimalismo que delata el origen de lo expuesto, el territorio cultivado con tesón en estos últimos años con los oleajes o los caminos marcados en las arenas pardas costeras, y que titula “Grafías Cromáticas” 2025.
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Luis Fernando Quirós Valverde Artista, curador y promotor cultural
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1 comentario
Gracias masacritica.art por publicar este tan interesante artículo de mi reciente Exposición. Es muy motivador como plataforma para cotinuar con mi carrera artística. Agradezco a Luis Fernando Quirós por ser un maestro curador y permitirme trabajar con él. Este ensayo es refrescante y va de la mano con mi actual trabajo. Gracias siempre!