
III Parte - Primera Etapa: Salones Anuales de Artes Plásticas 1972-1977
Autor(a): Alina González · Follow // Tiempo de lectura 10 min
Nota del editor: Para Masa Crítica es un honor publicar la investigación desarrollada por la artista y curadora Alina González desde el año 1993 hasta el año 2025. En el texto, que será publicado en cinco partes, se ofrece una visión crítica sobre el desarrollo de los Salones Nacionales y el contexto que rodeo ese momento histórico. Estamos seguros que esta información será de gran utilidad para académicos, estudiantes y para cualquiera que tenga interés en el Arte Costarricense. Cuando el ineludible compromiso de la confrontación se vuelve historia: Salones Naciones 1972 a 1993 |
En una primera etapa, la iniciativa de revivir los Salones anuales de Artes Plásticas surgió por parte del entonces Ministro de Cultura, el licenciado Alberto Cañas, quien en aquella ocasión señalaría: “Desde ese año, los pintores y otros artistas costarricenses no contaban con un lugar a donde llevar el producto de un año de trabajo y por eso hemos restablecido hoy la costumbre, con la esperanza de que el próximo año pueda conseguirse el apoyo de los periódicos del país que fueron los que dieron gran impulso de 1928 a 1937.” (Anónimo (1972)

"La Cruz" Francisco Amighetti, Cromoxilografía, 51 x 34 cm, 1971.
Indiscutiblemente que los Salones son un factor muy importante en el desarrollo de la plástica costarricense al establecer las bases para la cada día más creciente actividad de interacción entre creador y público. Estos tienen una importancia cultural, política y económica. Cultural, porque permiten realizar un balance de las tendencias que se desarrollan en el país; política porque, al escogerse un ganador y premiarlo, se le consagra, legitima y promueve desde lo hegemónico; y económica porque promueve las relaciones del mercado de arte a las colecciones públicas y privadas, museos y galerías.” (Rafael Cuevas Molina, 1995, pp.185-186)
El I Salón Anual de Artes Plásticas (1972), sería convocado por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, la Dirección General de Artes y Letras y la Asociación Nacional de Artes Plásticas en pintura (óleo, acuarela, gouache, pastel u otras técnicas), dibujo, grabado y escultura, Este primer salón se llevaría a cabo en la sala de exposiciones temporales del Museo Nacional de Costa Rica a partir del 12 de diciembre de 1972 y permanecería abierto hasta el 15 de enero de 1973.

Almuerzo sobre la hierba. (Detalle). Xenia Gordienko Orlich. 1975, Oleo, Colección privada
El Salón Anual de Artes Plásticas intenta recuperar el interés que, sin lugar a dudas, despiertan las actividades de confrontación, especialmente cuando los lenguajes utilizados sufren un cambio incesante enriquecedor y algunas veces, angustioso.
Ha sido difícil en Costa Rica tener una sensación directa, o parcialmente completa de las aventuras espirituales de nuestros artistas plásticos. Las exposiciones han sido aisladas, lejanas las unas de las otras y, los hallazgos del artista, se pierden en la memoria sin poder ubicarlos en el espacio. El Salón Anual de Artes Plásticas persigue ese cometido: reunirse anualmente para revalorar el trabajo de un año, confrontar sus logros, analizar los avances o las regresiones de nuestros creadores quienes, esperamos, sabrán encontrar beneficios en este tipo de justa cultural. (Catálogo, 1973, Primer Salón Anual de Artes Plásticas)
Los premios consistían en una medalla de oro para cada una de las disciplinas y medalla de plata a todos aquellos artistas menores de 30 años y que hubiesen presentado la mejor obra después de la premiada. En esta ocasión, el jurado conformado por el doctor Enrique Macaya, el profesor Guido Sáenz, el artista Rafael Fernández, el arquitecto Edgar Vargas y el dramaturgo Antonio Yglesias otorgarían los premios a Juan Luis Rodríguez con la obra; La viejita azul (pintura), Miguel Ángel Brenes con la obra; Contra la brisa (escultura), Carlos Barboza con las obras Sin título (grabado) y Claudio Carazo con la obra Sin título (dibujo.)
Investigando sobre los salones de la década del setenta, observaríamos que de manera sistemática se escribiría sobre ellos en los diferentes periódicos. Otto Apuy (1949) trabajando como redactor para el Semanario Universidad en los setentas con una visión un tanto crítica plantearía: “…que en todos los certámenes hechos e las Artes Plásticas los premios se dan bajo algún punto de interés, ya sea político, como las bienales internacionales, ya sea de concepto artístico, o guiándose por el aspecto personal que es el más pobre de ellos.(…) El problema aquí es un poco más hondo, es la distorsionada mentalidad que prevalece en la “cultura” del costarricense o latinoamericano, son mentes acostumbradas a mirar lo europeo o lo gringo malentendiéndose para imitar o juzgar, dejando escondido lo que sí le pertenece: lo auténtico que por cierto ya está bastante perdido. ” (Otto Apuy, 1983)
El II Salón de Artes Plásticas (1973) se llevaría a cabo a partir del 18 de diciembre de 1973 al 2 de enero de 1974, en el Museo Nacional. Se adjudicarían cuatro premios consistentes por cinco mil colones para una de las obras con medalla de oro. El jurado conformado por Alfredo Sinclair (pintor), Franz Baer (arquitecto), León Pacheco (escritor), Guido Sáenz (profesor) y Ricardo Ulloa Barrenechea (artista), otorgarían el Premio de Pintura a Teodorico Quirós por su obra Paisaje y a Lola Fernández por su obra Relieve No.1; el premio en escultura a José Aquiles Jiménez por su obra Angustia. El premio en dibujo sería declarado desierto. Y en grabado obtendrían el premio Francisco Amighetti por su cromoxilografía La cruz y Victoria Cabezas por su grabado Morning.
En cuanto a lo escrito en los periódicos en un comentario intitulado “¿Existe una pintura costarricense?” se destacaría a Lola Fernández como la única artista profesional en todo el salón. Acerca de la artista se escribiría: “…se confirma en esta muestra como la mejor pintora costarricense, avalada por su obra anterior que culmina, deliberadamente en estos trabajos, de índole artesanal, en donde con increíble buen gusto y envidiable técnica, nos da enraizada en los relieves primeros de nuestra cultura indígena, incorporando a ellos, leves e inteligentes puntos de atención, que hacen que los cuadros sean profundamente vívidos.” (Anónimo, 1974, ¿Existe una pintura costarricense).
En el III Salón Anual de Artes Plásticas (1974), inaugurado el 10 de diciembre de 1974 hasta el 22 de enero de 1975. El jurado compuesto por Carlo Martínez Rivas (poeta), Antonio Yglesias (dramaturgo) y Juan Luis Rodríguez (artista), otorgarían los premios en Pintura a Fabio Herrera por su acuarela Ahí y a Grace Blanco por su óleo Paisaje. Los Salones de Escultura, Dibujo y Grabado serían declarados desiertos. Por lo señalado en el periódico La República, la selección de obras en este salón sería mucho más estricta, por tanto, la cantidad de obras sería menor que los dos salones anteriores. Esto con la intención de darle una mayor calidad al evento. (Anónimo, 1974, III Salón Anual de Artes Plásticas) Es importante de destacar que en este salón se haría un área dedicada a “Expositores de honor”, entre ellos: Francisco Amighetti, Margarita Bertheau y Teodorico Quirós. Y otra área a los participantes.

Gonzalo Morales, Cajones de basura, 1976
Para el IV Salón Anual de Artes Plásticas (1975) el jurado conformado por Margarita Fuscaldo, (artista), Francisco Amighetti (artista), Crisanto Badilla (artista), Claudio Carazo (artista) y Walter Schaer (¿fotógrafo?) otorgarían en pintura, el premio a Xenia Gorfienko por su obra Almuerzo sobre la hierba. En escultura a Olger Villegas por su obra El amor. En grabado, recaería en Ana Griselda Hine por su aguafuerte Secreto de comadres. Y en fotografía, a Arturo Herrera por su obra Domingo. El Salón de Dibujo sería declarado desierto.
El IV Salón Anual de Artes Plásticas sería dividido en dos secciones. Un Salón de Honor dedicado a aquellxs artistas merecedores al Premio Nacional de Cultura Magón, Premio Nacional de Artes Plásticas Aquileo J. Echeverría, medallas de oro y plata de los Salones de Artes Plásticas y los premios Áncora de Oro. Y un área con galerías para los artistas participantes. En esta oportunidad se agregaría un premio más para la categoría de fotografía. En esta ocasión se aceptaría la participación de estudiantes del Conservatorio Castella, Casa del Artista, autodidactas, artistas rurales y estudiantes de la Escuela Artes Plásticas de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Costa Rica. Hubo una participación de 52 artistas con la opción de participar cada arista con tres obras. Además, se instalaría un buzón especial donde los visitantes podían emitir su voto para un premio popular de C 5.000 (cinco mil colones).
Para el V Salón Anual de Artes Plásticas (1976), que se inauguraría el 10 de diciembre de 1976 y se extendería al 14 de enero de 1977. El jurado estaría integrado por Carlos Guillermo Montero (historiador del arte), Francisco Amighetti (artista), Alejo Dobles (escultor), Rafael “Felo García (pintor/arquitecto), y German Arestizabal (artista/arquitecto). Ese jurado otorgaría los premios en Pintura (en la categoría en óleo) a Gerardo González por su obra Hija de yemanyá, y en la categoría de acuarela a Cecilia Pastor por su obra Cahuita. En escultura a Juan Emilio Argüello por su obra Descanso; en grabado a Rudy Espinoza por su grabado La cuesta; en dibujo a Raquel Villarreal por su obra Escazú y en fotografía a Daniel Monge por su trabajo Fotografía I. En esta salón habría dos nuevas modalidades aparte de las cinco especialidades. Una modalidad como Premio Popular en pintura al óleo y otra para la acuarela, quedando este salón constituido por seis especialidades y un Premio Popular que lo obtendría Gonzalo Morales Sáurez por su óleo Cajones de basura.
Respecto al no ser premiada con la Medalla de Oro en pintura la obra Cajones de basura de Gonzalo Morales, Renato Cajas escribe: Una pintura que ya los jueces de admisión y premios mereció enjuiciosos comentarios. Y a los espectadores varios, legos y entendidos, todos han tenido que ver con aquella pintura en la que la técnica ha sido explotada en toda una extensa línea de posibilidades para una obra final en la que la actitud del artista queda inequívocamente patente. Si hay pintura en el Salón en la que el visitante no puede dejar de tener en cuenta el pintor, la de Morales es una de las primeras. Tal vez porque realismos como éste, han sido poco frecuentes aquí. O porque nunca se ha dado con ese nivel. (…) Juzgando fríamente la pintura de Morales, sin tener que ponerse desde un punto de vista, uno siente que el objeto central de su composición, la razón de ser de su pintura, las rosas, restan méritos más que agregan. Se percibe como, todo un gran formato, fue orquestado para tener remate visual que debía darlo ese manojo de rosa deshechas. Ese grupo de flores marchitas que debía unirse, en su aspecto, a los periódicos en desuso, a las cajas atadas y descoloridas; esas rosas que debían agregar una amplia carga emotiva con toda organización literaria. Con todo un “historial” que, sin problemas, llevaran al espectador hasta, tal vez, su origen desde que fueron semillas (…) Creemos que lo anterior debe enmarcarse entre las intenciones de Morales. Pero estimamos que: fueron innecesarias, o el tratamiento técnico no tuvo el rigor del conjunto. Lo cierto es que esas rosas se transforman en un elemento cursi; fácil. (Cajas, R. 1977, Cuestiones formales en el quinto salón)
Por su lado, el crítico de arte Carlos Francisco Echeverría señaló que la obra citada de Gonzalo Morales, no se halla dentro de la tendencia hiperrealista, sino que se halla dentro del nuevo realismo que: “…procede de una tradición estrictamente española (Zurbarán, Velázquez, Sánchez Cotán) y se sustenta en el amor por la materia grata por el objeto cotidiano, por la casero, por la callejero o familiar, representado en objetos cuya significación se ha visto enriquecida por el uso, por el desgaste, que sobre ello ha ejercido la gente.” Y acerca de la obra hija de Yemanyá de Gerardo González señala que la obra no presentaba buena calidad técnica en comparación con obras suyas anteriores, “…muestra una notable evolución dentro de un estilo dentro de un estilo y una imaginería que le son inseparables.” (Carlos Francisco Echeverría. 1976, Un salón estimulante).
Renato Cajas criticaría las obras enviadas por los artistas al Salón de Honor, por no tener suficiente calidad para ser incluidos en la muestra. Y señalaría que el Salón en general, no convence. Respecto a la participación de Fernando Carballo en el Salón de Dibujo, destacaría “poesía” y línea fina, “…organización rítmica de su tazado. Pero notamos repetición en una temática cuyas variaciones son demasiado sutiles o mero despliegue técnico que terminarán pauperizando la gran riqueza de la que es poseedor.” Y en cuanto al Salón de Fotografía, criticaría un “…sensible descenso en cantidad de los envíos fotográficos al V Salón (1976).” (Renato Cajas. 1977, Cuestiones formales en el quinto salón.)
Con respecto a la Medalla de Oro del Salón de Escultura otorgada a Emilio Argüello señalaría que su obra “Descanso” fue un premio prematuro. “La talla directa sobre piedra granítica que ostenta dicha premiación, aparece a todas luces prematura. No se trata de apabullar la creación de Argüello. Es que simplemente las soluciones últimas a una composición bien intencionada, no logran rematar con el efecto deseado. Los volúmenes se diluyen en cada ocasión que debieran exaltarse, del mismo modo como el texturado del tratamiento global, se forma monótono para diluirse en un trabajo que no convence.” Respecto a la acuarela de Cecilia Pastor, titulada Cahuita, señala que no tiene fuerza en relación a su otra acuarela presentada en dicho salón. Mientras, en cuanto al dibujo Escazú de Raquel Villarreal, escribe “refleja una factura acabada de inicio a fin. Con pulcritud, dominio técnico y calidad de grafismo que no deja absolutamente nada a lo casual o accidental. Todo en esa composición, está dispuesto de tal modo que los elementos interactúan enriqueciéndose y ello significa la preeminencia de la razón sobre los sentidos.” Con respecto al Salón de Honor destaca la presencia de Teodorico Quirós quien participaría con obras de su última etapa totalmente expresionistas. “Y está en él, la simplificación a todo un proceso pictórico. Una simplificación que no puede ser casual, ni accidental, ni el declive de un pintor. Aquellas manchas, para oponerle una antítesis extrema, no podrán ser hechas por nadie que no tuviera la trayectoria de Kiko Quirós.” (Renato Cajas. (1977), Sobre el V Salón de las Artes Plásticas.)

Rudy Espinoza, La cuesta, grabado, 1976
Finalmente durante este salón, se destacaría la importante venta de obras en el salón y se hablaría de un mercado de arte como de coleccionistas debido “…al impulso de las instituciones culturales que han dado a las artes y demás al interés de montar galerías y salas de arte.” (Joris Kasari, 1977, Promoción y venta de obras en salón anual.)
Para el VI Salón Anual de Artes Plásticas (1977), se buscaría el patrocinio por parte del Banco Central de Costa rica en acuarela; el Banco Anglo Costarricense, en escultura; el Instituto Costarricense de turismo, en grabado; Banco de Costa Rica, en dibujo; la Dirección General de artes y Letras, en pintura; la Republic Tobacco Co., en fotografía. Y FERTICA patrocinaría el premio en la categoría de paisaje rural. Habría que agregar que las Medallas de Oro estarían dotadas de diez mil colones y que el Instituto Nacional de Seguros, se comprometería a adquirir el máximo premio del salón llamado “Enrique Echandi” que sería adjudicado a la obra más importante presentada sin distinción de técnica por la suma de C 20.000,oo (veinte mil colones). (Anónimo, 1977, Empresa y Estado apoyan VI Salón.)
Además de ello, en esta ocasión, el VI Salón Anual de Artes Plásticas (1977) contaría con dos sedes, el Museo Nacional y la Sala Julián Marchena debido a la masiva participación. Se tendería planeado también como proyecto llevar a cabo en los primeros días de diciembre, junto con el salón, el certamen internacional de grabado “Francisco Amighetti” en donde participarían artistas de toda Centroamérica, Panamá y el Caribe.
El jurado conformado por Jorge Bertheau, Dinorah Bolandi, Rafael “Rafa” Fernández, Mariano Villegas y Luigi Lentini otorgarían los premios de la siguiente manera: el máximo Premio Enrique Echandi a Gonzalo Morales por su obra Chaqueta de cuero; y para el Premio Juan Rafael Chacón (Concurso Centroamericano de Escultura) a Crisanto Badilla por su obra La mujer que avanza. Dentro de las especialidades, en el Salón de Pintura lo obtendría en la especialidad de óleo, Lola Fernández por su obra: Segunda etapa: Cuarta escalera de la serie: Arquetipo, y en la especialidad de acuarela Magda Santonastasio por su obra Paisaje. En escultura, el premio sería declarado desierto lo mismo que en el Salón de Dibujo. Para el Salón de Grabado, Juan Bernal Ponce se atribuiría el premio por su Conjunto de grabados y en fotografía, Genaro Mora por su Conjunto de Fotografías.
La subdirectora de la Dirección de Artes y Letras, Grace Blanco, señalaría a la prensa: “…desde enero de ese año (1977) comenzamos a preparar modificaciones de fondo cuya meta primera y última se resume así: “…estimular la calidad a su punto máximo; incrementar el número de artistas y perpetuar valores y tradición creativa de tal modo que el futuro de nuestro arte pueda ir teniendo bases consistentes.” Y añade con respecto al Premio Enrique Echandi “…se ha querido denominar de esta manera atendiendo al importante papel que el maestro ocupa como precursor nítido de nuestra plástica. Así como él se esforzó por legarnos un pasado que nos enorgullece, Artes y Letras, quiere hacer un esfuerzo particular en un momento en que la madurez de nuestra plástica nos lo demanda. Por eso hemos llamado con su nombre a una distinción que será sin duda, un alto honor ganar al tiempo que un apreciable estímulo económico que invite al artista a continuar en una creación cuya calidad, sea le valor primero, sin preocupaciones de financiación de la misma porque el aporte del Instituto Nacional de Seguros es desde luego significativo.” (Anónimo, 1977, Entregará 100 mil colones en premios. El Salón Anual cambia de cara.)
En cuanto a la crítica y respecto al Premio Enrique Echandi otorgado a Gonzalo Morales por su obra Chaqueta de cuero, el artista Manuel de la Cruz González opinaría que: “sin contradecir el premio, éste no hace más que exhibir una habilidad y conocimiento técnico extraordinario. El pintor, recordó los conceptos que sobre esta técnica escribiera el escritor y crítico Eugenio D´ors quien afirma que la pintura es crear objetos plásticos y que el hiperrealismo representa objetos fielmente como la fotografía.” (Norma Loaiza. 1977. Salón Anual y polémicas en torno a los premios.)
Juan Bernal Ponce, ganador del Primer Premio en grabado, al ser entrevistado, señalaría lo positivo de la creación del Museo de Arte Costarricense, debido al posible estímulo a nuevas generaciones de artistas. (Juan Bernal Ponce. 1977. Es peligroso encerrar el arte en el puro arte.)

Crisanto Badilla. “Mujer que avanza” 1976.
Resumiendo, si bien, desde 1972, los Salones Anuales de Artes Plásticas estaban a cargo de la Dirección de Artes y Letras (DGAL). A partir de noviembre de 1977, el Museo de Arte Costarricense (MAC), por ley asumió todas las funciones de la DGAL, al desaparecer ésta. “Al Museo pasó entonces toda la infraestructura de Artes y Letras, incluyendo la mayoría de los proyectos, su trabajo, sus compromisos y su personal. De ahí que, a pesar de que la organización del VI Salón Anual estaba concluida cuando se creó el Museo, se constituye esta actividad en una de las primeras del MAC. (Norma Loaiza. 1977. Salón Anual y polémicas en torno a los premios.).
Referencias
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10. Apuy, O. (1983). ¿Por qué una propuesta en las artes plásticas costarricenses? Periódico Universidad, 15 de enero de 1983.
11. Cajas, R. (1977). Cuestiones formales en el quinto salón. (Última entrega). La Prensa Libre, 3 de enero de 1977.
12. Cajas, R. (1977), Sobre el V Salón de las Artes Plásticas. Excelsior. 30 de diciembre 1977.
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15. Catálogo, (1982-1983). Segundo Salón de Dibujo “Margarita Bertheau”. Museo de Arte Costarricense. Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Del 15 de diciembre de 1982 al 15 de enero de 1983.
16. Catálogo, (1982-1983). Segundo Salón de Escultura “Juan Rafael Chacón” Galería Julián Marchena. Biblioteca Nacional. Del 13 de mayo al 12 de junio de 1983.
17. Catálogo. (1987). Salón de Escultura “Juan Manuel Sánchez (Según el texto, la cita obedece a un catálogo de 1987 y no 1983 como aparece anotado en la bibliografía del Catálogo Salones Nacionales de Artes Plástica (1972-1993)
18. Catálogo. (1993). Salones Nacionales 1993. Museo de Arte Costarricense.
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Alina González Artista visual, curadora e investigadora en arte |