Fabio Robles Martínez: Senderos en el crepúsculo

Fabio Robles Martínez: Senderos en el crepúsculo

Una antología poética internacional

Autor(a): Luis Fernando Quirós Valverde Follow // Tiempo de lectura 12 min

 

Alguien afirmó (creo que Gabriel García Márquez), que entre más transparente es la escritura, más se ve la poesía que está detrás de las apariencias. Me pregunto ¿pueden ser transparentes las palabras, los sentimientos, los decires, la sensibilidad, las esencias? Pienso que escribir poesía implica dejar ver lo que traspasa el tiempo (que hoy es una palabra poderosa), la materia (también lo es), las fibras de la piel, cuestionamientos que a veces provocan insomnio remoloneando entre las frazadas para detener el flujo de ideas que son como el agua (otra gran palabra), traslúcidas, cuando está quieta y deja ver el tesoro de esos fondos, pero cualquier refriega la torna turbia. Esas contingencias ocurren a cada instante y son un acontecimiento sin igual que porta a la transformación, a la metamorfosis como diría Kafka, en la larga y oscura noche del alma.

La evocación al camino, al territorio, al suelo, la tierra, al agua, al tiempo e incluso al amor está en un nuevo libro compilado por el poeta Fabio Robles Martínez; antología poética de siete autores nacionales y extranjeros: Julieta Dobles (Costa Rica), Marta Cáceres Pabón (Colombia), Águeda Molina (España), Fernando Durán Ayanegui (Costa Rica), Carlos Enrique Rivera (Costa Rica), y Jesús Lantigua Hernández (Cuba), además de Fabio, publicado por Editorial Alma Mater de este país, Marzo de 2025.

Al repasar las páginas de este libro antológico diría que las palabras suelen ser caminos (otra palabra fuerte), aunque Antonio Machado dijo “no los hay, que se hace camino al andar”, pero este poeta costarricense dice que sí existen, y los llamó “senderos”, ubicados en el firmamento desde cuando raya el nuevo día e inicia a despertar de la creación, hasta cuando el Sol haciendo amago de finiquitar el día finge consumirse en las aguas al otro lado del mundo, y digo fingir, pues jamás lo haría de hundirse en el océano, esta es una metáfora (una gran mentira, pero bonita), siendo el regente del sistema solar donde nos ubicamos todos nosotros con nuestra Madre Natura: la Tierra y esta antología en un canto a su inmanencia.

De la lectura me quedan imágenes de enorme interés, ideas conspicuas que emergen de nuestro internamiento con la poesía de Fabio el compilador, quien maneja hasta las más complejas estructuras de la poesía, las clásicas y las modernas hasta terminar con los haikus, además de abastecer todo carácter de avistamiento del planeta, de la cultura, de nuestra naturaleza dadora. Qué, por demás está decir que en mi rol de presentador de este libro, son ondas concéntricas de lo que me interesa en el arte contemporáneo, lo que llamo Binomio Naturaleza/Cultura.

Al terminar una lectura me pregunto qué me queda, qué puedo aplicar en mi trabajo y en la vida de esa sustancia que está detrás de las palabras y que se transparenta. Me queda “Canto fecundo”:

“Las culturas milenarias
le rinden culto a natura, 
es santuario espiritual,
donde dioses deambulan,
saben que la Pachamama    
es una madre fecunda, 
una sublime dadora
Del amor y la ventura”. (Robles. Canto Fecundo, P.43)

Al respecto, y porque me recuerda una escultura del artista de origen indígena, importa decir que los brünkas, habitantes del gran valle del Térraba, a la Pachamama la llaman “I be Táp” (en su lengua originaria) o “Madre Tierra”, que abastece lo esencial para la subsistencia de nuestra cultura y humanidad. Representa la cueva, el útero del mundo en el cual fuimos procreados y donde se nos dio la vida, es la casa o “Các iguí ú” (casa del sol, casa Cósmica, en esta misma jerga), donde se nos da alimento, lenguaje, creencias y espiritualidad.

Importa reconocerla como el seno de la montaña donde brotan las aguas y se renueva cada día el aire, que limpia las raíces del árbol que al fijar en el terreno los gases efecto invernadero, y que por sus ramajes fluyen hacia la atmósfera las partículas responsables de formar las nubes, la lluvia, y por ende el vital líquido que junto al aire renovado aminoran el impacto climático. (lectura de I be Táp, una escultura del indígena Saúl Morales, por Illimani de los Andes y LFQ. Catálogo Pequeño Acre 2022 Museo de Arte Costarricense).

Lectura de I be Táp, una escultura de Saúl Morales

Con esto ahora tengo certeza de lo dicho por García Marques, y aunque esto no sea poesía, sí son palabras que tienen mucho que transparentar.
Y por si fuera poco, Fabio termina con su creación del haiku, de los cuales elijo esta metáfora del parto de la Madre Tierra:

“Ignoto cambio
una oruga mutando
en mariposa.”

Julieta Dobles la poeta nacional también llena las páginas de este libro de poesía. Como todo, en la lectura, uno busca lo que más nos abastece y es acorde a nuestra estructura de pensamiento y sensibilidad, además de saberes propios. Quizás algo de lo que me gusta de “Senderos en el Crepúsculo”, es su conexión con la tierra, con el territorio cubierto de musgo y raíces, haciendo un homenaje a la Natura.

Esta poeta no me decepciona en el abordaje a esta prodigiosa naturaleza que nos puebla, en singular “Alba del aguacatero”, avistado en un amanecer tras la persiana de la ventana de la habitación, ese espacio que es el gran laboratorio de la palabra, y por ende de la transparencia, la gran casa del saber y de la medicina natural donde por las noches nos tomamos una infusión de hierbas para conciliar el sueño. Mientras no se agiten las palabras:

“y el alba pinta, más lentamente
su costado oriental
de tímidos matices soleados”.
Pero no está ahí la crucial cima de la lectura poética, está en la “Fábula de Cortés Amarillo”:

“No era amarillo ni dorado,
era un enjambre enfurecido
de flores desprendiéndose,
una copa de soles químicamente puro, 
sin hojas ni verdores”.

Con esto Julieta Dobles contempla nuestro paso por la tierra con la metáfora del árbol, que luego de la floración queda desnudo con algunos racimos de vainas portadoras de semillas que se desperdigan con el viento. Devela lo corto de nuestra existencia y paso por Natura, que a veces descuidamos y desperdiciamos, pues como la floración del “Tabebuia ocracea”, no ha terminado de brotar sus dorados pétalos que arranca el viento y tan sólo permanece una alfombra color amarillo cadnio de ambarinos recuerdos.

El poeta Fernando Durán Ayanegui aborda también la noción de lo temporal, afirmando:

“No malgastéis el tiempo preguntando
a la nada, la dueña del misterio,
si la roca de sílex también sueña
con su chispa copiar de las estrellas
el resplandor nupcial de las luciérnagas”.

Las diversas zonas antológicas de la poesía reunidas en este tomo, sonorizan diversas métricas, sonidos, y figuras literarias que avivan y recuerdan la existencia a pesar de tanta violencia en el entorno, en la cultura, en la vida, en el vientre de la Madre Natura, sometiéndonos a indagar qué hacemos por mejorar la calidad del tiempo vivido. Durán Ayanegui replica:

"Una tarde, una noche, una mañana
veréis pasar en un fugaz instante
la sucesión de sombras que ya fuisteis:
una por cada salto de aguja
del reloj que midió vuestros segundos."

En un corte de asomo más contemporáneo, don Fernando nos muestra otra matriz, para comprender que, al otro lado de la reversibilidad o la simetría, puede que encontremos también poesía:

“Ahora nos proponen los científicos
que existe un universo paralelo
y aseguran que es como una imagen
especular del nuestro, en el que existen
los fenómenos y las entidades
que les dan forma al tiempo”.

Pero además este intelectual nacional, devela la no linealidad del pensamiento crítico-creativo:

“Argumentan que en la simetría
hay un imperativo cosmológico
demostrado con las simulaciones
de lo ocurrido cuando, de la nada, 
se implantó una línea, como ruta
invariable y eterna que el tiempo
no puede abandonar mientras exista
la razón primigenia del origen”. (Durán. Universos paralelos, P115).

Extraje este trozo de poesía pues me refiere a la razón cósmica del origen, de que somos hijos del terrón, de la raíz, del barro, de la piedra, siendo esta íltima la materia origen del universo, no existe otra cuando los satélites, cometas y asteroides, las constelaciones que se traga los toroides que llamamos agujeros negros, también tragan roca dura, que según Lo Fatal de Darío, “ésta ya no siente”...

La colombiana Marta Zoraida Cáceres Pavón sin desalojar la cita a lo temporal y la natura, aborda el árbol esquelético o sin hojas, cuando dice:

“esqueletos erguidos,
arraigo del olvido,
testigos con historias
impresas en sus ramas,
selladas con mutismo
de amor o de egoísmo”. (Cáceres. Árboles sin hojas, P137)

Ella refiere al árbol de la vida donde subimos nuestras memorias o las escribimos en las páginas o cortezas de sus ramajes leídas en silencio, para que el viento no nos devuelva el golpe de recordar la escaramuza del cotidiano o el coletazo del bumerán que va y retorna..

El turrialbeño Carlos E. Rivera Chacón quien caminó muchos de estos caminos con Debravo, atrapa con una poesía amorosa, cargada de evocaciones a momentos de miel, pero donde también fluye mucha agua, lluvias, riachuelos bajando la Cordillera Volcánica y Talamanca para alimentar al Gran Reventazón:

“Estoy salpicado de tus besos 
y lamiendo tu caricia.
Deja que la lluvia nos traspase
Hasta el último tuétano del cuerpo”. (Rivera. Lluvia P.175.)

Digo que una antología podía ser un canto holístico para congraciar al planeta, a la Madre Natura, por todo lo que nos da: tierra, agua, aire, sol, luz, flora y fauna, alimentos, solaz, medicina. Una madre que nos nutre o amamanta. Quizás esta fue una motivación para este autor, en tanto compuso un poema a la Pachamama, y dije que fluye cauces de raudas corrientes:

“Único ojo preñado de luz
entre vegetales nacidos del encuentro
de tu piel azabache que produce vida;
con las aguas que riegan 
el vientre de tus paredes y tus bosques”. (Rivera. Pachamama P185).

Ángela Molina de Armería, España, exhorta a deleitarnos con un elegante y a la vez soberbio léxico, así como el buen uso de las construcciones poéticas en sus múltiples y sonoros sonetos. Canta a la luna, a las mariposas, a pieles negras y tonadas florales, a la infancia, al barro quemado evocando el Cantar de los Cantares y la mujer que busca al amado por doquier y va preguntando a la gente si lo han visto porque no lo encuentra. Al hallarlo explota en deliciosas caricias que resucitarían a cualquier muerto entre esos caudalosos torrentes de la sensibilidad.

Cierra Jesús Lantigua Hernández de Matanzas, Cuba. Diría que en esta antología se leen muchas maneras distintas para hablar del tiempo, del de la métrica del reloj, minutero y segundero, pero también del tiempo atmosférico que se sucede con las estaciones, días soleados o lluviosos, pero también con una noción atemporal, un no tiempo del fractal, de un tiempo emocional y no lineal, de un tiempo de calidad poética que no es lo mismo que de cantidad, que también nos refiere a Durán Ayanegui. Nos dice:

Si el tiempo volviera ahora
con rasgos de minutero
no bastaría un “te quiero”
para llenar la demora.
No bastaría una aurora
para para contemplar la espera,
ni siquiera la quimera
que enamoró lo inseguro,
ni bastaría el futuro
si el tiempo otra vez volviera”. (Lantigua. Acerca del tiempo, P226).

Para concluir, el tiempo también es un camino, sendero sin métrica, sin linealidad, donde todo es un fractal que va deconstruyendo otras acepciones temporales insospechadas, pues es ese tiempo y ese camino el que más me gusta: el de la poesía y la transparencia.

Referimos a un lapso, a un sendero, a una reyerta donde nos proponemos sacar provecho de la libertad de crear, sea poesía, narrativa, ensayo, dibujo, pintura, un canto, una danza, una fotografía es una escaramuza en la que nos proponemos emerger vencedores de su batalla campal que llamamos vida, día a día, pero sin pretender dejar huella, tan sólo vivirla con la misma intensidad con que la vive el poeta Robles, o con la que vivió con “Hojas de hierba" Walt Whitman en 1887.

Fabio nos pone toda la carne en el asador desde el principio de esta compilación, en el primer sendero de la antología crepuscular:

“El efímero hoy es móvil, es solo una brizna de la eternidad,
creando el futuro en cada alba,
emitiendo destellos de esperanza,
resplandores que marcan
un camino sinuoso
de incontrolables recodos”. (Robles Martínez, el tiempo. P19.

Esto nos recuerda que tenemos una mamá poderosa que llamamos planeta, la cual engendra vida y que no nos da pescado listo para el paladar, sino que nos enseña a pescar. La intertextualidad entre l(e)s divers(e)s poet(es) refieren a una cultura muy poderosa, que llamamos Abya Yalá, a una historia que provoca y pone ejemplos para seguir viviendo. Estamos ante una creación con ahínco, arte, arquitectura, diseño, literatura, dramaturgia, artes escénicas, pero también importa la agricultura y naturaleza, la sociedad y la historia, trinomio que se sustenta un pasado de glorias desde tiempos prehispánicos:

¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos.
Nezahualcóyotl, Rey mexica

Y como no existe el tiempo sin la acción del retorno o del ciclo del continuum o el eterno fluir -con esto termino-, volvamos al inicio a la poesía de Julieta Dobles para cerrar mi reflexión de Senderos en el Crepúsculo, digo que me extasió el tiempo y el fluir del agua como un signo de vida de este planeta a pesar de las amenazas por el calentamiento global, los fieros extractivismos agrícolas que desgastan las tierra para sacar “comoditis” que llenen las arcas del poder hegemónico y filibustero de siempre. Dice Julieta:

“Agua, bendita agua
Que será la salvación de nuestro mundo
Contra la sed de todos
Y la codicia de algunos”. (Dobles. Llueve en Tortuguero. P.88)

Estamos ante a un artista que trabaja con ahínco, crea y recrea sus abordajes constante e inmediatamente, lo cual se nutren de su perspicacia de artista sexagenario, con una enorme tradición cultural a espaldas, por el arte, la arquitectura, el diseño, la agricultura y naturaleza, la sociedad y la historia, un trinomio que se sustenta en los aprendizajes de un pasado de glorias desde tiempos prehispánicos con el rey poeta ya citado quien proclama:

¿Acaso en vano venimos a vivir,
a brotar sobre la tierra?
Dejemos al menos flores
Dejemos al menos cantos.
Nezahualcóyotl.

 

 

 

Luis Fernando Quirós Valverde

Artista, curador y promotor cultural

 

 

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