¿Críticos cómo expertos o nuevos métodos de diálogo en el arte costarricense?

¿Críticos cómo expertos o nuevos métodos de diálogo en el arte costarricense?

Autor(a): Paulo Navarro Follow // Tiempo de lectura 4 min

Hablar de arte es una tarea compleja, no solo por su naturaleza multidimensional, sino por la diversidad de voces y propuestas que lo integran, incluyendo las de quienes ejercen la crítica. Esta reflexión es una invitación a ampliar las formas en que nos acercamos a la plástica costarricense, partiendo de análisis recientes del Salón Nacional de Artes Visuales 2025. No aspira a ser una verdad única, sino un punto de partida para enriquecer el diálogo cultural.

Tradicionalmente, el teórico del arte —formado de manera exhaustiva y, a menudo, alejado de la práctica creativa— construye desde la academia sistemas de referencia que organizan y legitiman el discurso artístico. Por su parte, el crítico —que puede o no tener formación académica— establece categorías de valor que suelen servir al mercado. Ambos roles han influido en los procesos de creación, divulgación, valoración y comercialización del arte.

Sin embargo, este sistema de juicio y valoración no es originario de nuestros contextos latinoamericanos. Sus raíces se remontan a la Europa del siglo XVIII, donde surgieron posturas como las de Jean-Baptiste Du Bos, quien defendía la capacidad del público para experimentar emociones frente a la obra, o más tarde, La Font de Saint-Yenne, considerado el primer crítico de arte, quien impuso un criterio más categórico y menos democratizador.

Volver a la Costa Rica del siglo XXI implica reconocer que nuestra realidad cultural es distinta. Aquí no tuvimos un modernismo europeo ni una revolución industrial como la inglesa; en cambio, hemos mirado históricamente hacia Europa con un enfoque aspiracional, casi colonizado, queriendo ser lo que no somos. Calificar como “banal” la producción artística local desde marcos teóricos foráneos y descontextualizados —que quizás fueron vigentes en la Francia del XVIII o, peor aún, se acercan a posturas tan oscuras como lo acontecido en la Munich de 1937 donde se censura la exposición de "Arte degenerado" (Entartete Kunst) configuró una lamentable visión limitante y anacrónica.

Tal vez debamos conceder el beneficio de la duda: quizás los críticos nacionales, ante la falta de voces informadas, genuinamente desean orientar al público. Pero, ¿es la descalificación la forma más didáctica de crear diálogo? ¿Realmente el mercado del arte nacional se reduce a un binomio entre crítica y venta? ¿Qué referentes teóricos usamos? ¿Son prestados o propios?

El panorama actual es mucho más complejo. El mercado del arte es cambiante, el público es diverso y las plataformas de divulgación se han multiplicado gracias a las redes sociales. En Latinoamérica, el arte se nutre de resistencias, de lo local y de la creación comunitaria siempre desde un profundo entendido social. Ante esto, puede resultar intimidante para el crítico salir de su zona de confort teórica.

Mi propuesta —fruto de años de reflexión e investigación— es invertir los roles: que sean los y las artistas quienes tengan mayor espacio para hablar de su obra, mientras la figura del teórico o crítico transita hacia un rol de facilitador o guía, no de juez. ¿Cómo sistematizar esta multiplicidad de voces intergeneracionales de manera democrática y descentralizada? Las plataformas digitales ya lo están haciendo. La figura del “experto” se diluye en la hiperconectividad, no como un fin apocalíptico, sino como una oportunidad integradora, como ya vislumbraba Umberto Eco en 1965 con su ensayo “Apocalípticos e Integrados”.

Ejemplos como “Masa Crítica”(sitio web), “Arte en Costa Rica” (YouTube), “Chepe Town”(Instagram), el Repositorio de Patrimonio Cultural de la UCR (Instagram) o “Imagineros UNED” (se publicará pronto en Youtube) demuestran que las voces se han multiplicado, junto con los canales de difusión. Recuerdo lo que me dijo la coordinadora del Colegio Artístico de Liberia durante una investigación de posgrado: “Tal vez es importante saber que hay otras maneras de crear cultura; un ejercicio importante es aprender a escuchar y no imponer un solo tipo de saber”.

Este camino ya tiene sustento en disciplinas como la psicopedagogía comunitaria, que propone comprender el contexto antes de intervenir en él. Método que se puede aplicar también al arte. No es sencillo y requiere mucho trabajo, pero es una ruta necesaria para construir una crítica más honesta, contextual y propia.

 

 

 

Mag. Paulo Navarro Rodríguez

Lic. Pintura UCR 

Docente Cátedra Arte UNED

 

 

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